La propaganda subliminal consiste en enviar mensajes persuasivos de forma oculta, por debajo del umbral de la percepción consciente. Busca influir en las actitudes, opiniones y comportamientos de las personas sin que se den cuenta.
¿Cómo funciona? La mente humana capta mucha más información de la que podemos procesar conscientemente. Los estímulos subliminales, aunque imperceptibles, son registrados por nuestro inconsciente. Con la repetición, estos mensajes ocultos van calando hondo y moldeando nuestro modo de pensar.
Las aplicaciones de este tipo de propaganda son muy variadas. Por ejemplo, se pueden insertar fotogramas únicos que duran una fracción de segundo dentro de películas o videos. También se pueden difuminar textos o imágenes dentro de otras, de modo que pasen desapercibidos para el ojo consciente. Los mensajes subliminales se camuflan dentro de la publicidad, la música, los videojuegos, etc.
Otra técnica es la modulación de voz e imagen. Se trata de variar ligeramente la velocidad o el tono de un anuncio de radio/TV para enviar un mensaje oculto que solo capta el inconsciente. Lo mismo se puede hacer con variaciones leves en la iluminación o el color durante la emisión de imágenes.
Los expertos en propaganda subliminal recomiendan comenzar con mensajes simples, emotivos, repetitivos. Por ejemplo, asociar una marca con valoraciones muy positivas. También resulta más efectivo dirigir los mensajes al hemisferio cerebral derecho, vinculado con las emociones, la imaginación y la intuición.
Usada de forma inescrupulosa, la propaganda subliminal atenta contra la libertad de pensamiento y la capacidad de elección racional del público. Pero cuando se emplea de modo responsable, puede ser una herramienta útil para influir sutilmente en las actitudes sociales e impulsar mensajes pro-sociales. Todo depende del uso que se haga y la ética de quienes lo aplican.